Es impresionante cómo un embarazo o un bebé cambia tu relación con la sociedad. Desde el momento en que te quedas embarazada (sea deseado o no, seas una buena madre en potencia o todo lo contrario) la gente te sonríe. No siempre, pero habitualmente te dejan asiento en el autobús o te ceden paso por la calle. Gente que antes justo justo te saludaba ahora te pregunta ¿qué tal? (Quizá sea porque a partir de ese momento encontrar tema resulta más fácil), incluso los alumnos se interesan por tu estado de salud y/ o ánimo. Lástima no estar siempre embarazada...
El nacimiento del bebé acrecenta el cambio. Ahora ya hasta gente que no te conoce de nada te para y te pregunta qué tal, te suelta piropos (para la niña), que cómo se llama, incluso se atreven a darte consejos. El hecho de que Irati no sea un nombre habitual por estas tierras, aún da más juego. Hay quien dice "qué original" y hay quien al saber que es vasco, hace mutis por el foro y desaparece.
Pero algo que cambia de verdad es tu persepectiva, sobretodo la de accesibilidad de la ciudad. Ahora manejas un carrito y eso da mucho que pensar. Apenas hay aceras rebajadas, muchas son estrechas y para colmo tienen en medio una farola, papelera o poste de luz. Y la pregunta del millón es, si para ti que al fin y al cabo llevas una sillita y te puedes dar la vuelta en cualquier momento es una carrera de obstáculos, ¿qué es para un discapacitado en silla de ruedas? En fin.
Todo esto le ha dado qué pensar a Irati.
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